FAMILIA
Cómo cultivar buenos hábitos en tus hijos
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Cuando mi hermana, mi hermano y yo éramos pequeños, mamá y papá solían llevar a grupos de 100-200 jóvenes cristianos afuera en los fines de semana. En el Reino Unido, esto significa ir a acampar cuando llovía mucho, ¡y todo estaba enlodado! Los adolescentes comían muchísimo y se acababan las provisiones durante la semana. Mi mamá nos subía a los tres al carro y nos llevaba muy lejos a comprar más comida. En el camino de regreso, llovía mucho y los tres nos quedábamos dormidos en la parte de atrás del carro. Mamá estaba muy cansada y se preguntaba si estaba pidiendo mucho de nosotros, arrastrándonos alrededor campo cuando éramos tan pequeños y hacernos ir al campamento de jóvenes a un lugar tan húmedo y sucio. Se preocupaba de ser injusta con nosotros. Así que se detuvo un momento para orar, abrió su Biblia y leyó esto:
El temor del Señor es un baluarte seguro que sirve de refugio a los hijos. (Proverbios 14:26, NVI)
Recuerdo cuando ella me contó esta historia, yo reflexionaba en ella y concluí que la mejor semilla que mi mamá sembró en mi vida ha sido el refugio que ella creó para mis hermanos y para mí al confiar en el Señor y al servirlo primero a Él. Al confiar en Él y obedecerlo, los tres crecimos con un fuerte fundamento en nuestra fe.
Porque confiaba en Él, ella buscaba constantemente Su ayuda y guía para criarnos. Mi mamá es una fuente de excelente consejo. Aunque sería imposible compartir todas sus semillas de conocimiento en este artículo, acá hay una en particular que estoy buscando pasar a mi propio hijo.
Invierte en el carácter a largo plazo, en lugar de la conveniencia a corto plazo
Porque el Señor no mira lo que mira el hombre: El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón. (1 Samuel 16:7, RVA-2015)
Convertirme en mamá es una de las cosas más gratificantes, pero a la vez más difíciles que he hecho. Ha sido tentador, incluso ahora que mi hijo Jonah solo tiene seis meses de vida, aparentar y actuar como si todo estuviera bien –como que yo tengo todo bajo control–, y no desafiar o confrontar las cosas que necesitan cambios detrás de escenas. Soy consciente de que esto será más difícil conforme Jonah crezca.
Sin embargo, mi mamá siempre actuaba con la premisa de que trabajar en el carácter de sus hijos era más importante de que tan “bajo control” parecían las cosas desde afuera. Conocía nuestras fortalezas y también nuestras debilidades y buscaba trabajar en ambas. Ella se enfocaba en nuestros corazones y actitudes –las cosas internas que verdaderamente importan–.
Yo era muy apasionada cuando niña. Para ayudarme a crecer en esto, mis papás me ayudaron a invertir en las cosas que me apasionaban. Al mismo tiempo, sin embargo, yo era muy olvidadiza. Olvidaba con mucha frecuencia entregar mis reportes en el colegio, o traer a casa comunicados importantes. Recuerdo que una vez mis papás se sentaron conmigo a hablar sobre cómo podía recordar cosas importantes en la vida. Su solución fue colocar una pequeña imagen de un elefante a mi maleta (los elefantes tienen muy buena memoria). Esto me ayudó a superar dos problemas en mi vida: mi tendencia a olvidar las cosas y también a manejar lo que otros pensaban de mí –¡porque esto me avergonzaba!–. Nadie sabía lo que el elefante significaba y, en realidad, nadie lo notaba, pero me mortificaba pensar que alguien se diera cuenta del elefante y conociera mi problema; sin embargo, cada vez que veía el elefante, recordaba entregar mis reportes o guardar en mi maleta una carta para enviarla a casa. Con el tiempo, ya no me avergonzaba y aprendí a detenerme para recordar las cosas importantes. Pasó poco tiempo y ya no tenía que mirar al elefante para recordar cosas: el buen hábito había quedado establecido.
Ellos pudieron simplemente buscar una solución que no implicara entrenarme, ¡esto hubiera sido más conveniente para ellos y para mí! Pero ellos decidieron no robarme la oportunidad de crecer y desarrollar mi carácter. Ahora mi memoria es mucho mejor, y esto me ha ayudado en todas las áreas de mi vida: en el ministerio, en mi hogar y en mi vida profesional.
Nunca permitas que la inconveniencia te robe a ti o, mucho más importante, a tu hijo, la oportunidad de entrenarse para tener un buen carácter.
Plantando esta semilla en la vida de mi hijo
El Salmo 15 inicia con una pregunta: “Oh Señor, ¿quién habitará en tu tabernáculo? ¿Quién residirá en tu santo monte?”. En respuesta, el salmista habla sobre una persona que hace justicia, incluso cuando le cuesta.
Mi mamá me ayudó a desarrollar un buen carácter enseñándome a tomar las decisiones correctas, incluso cuando costara. Seguir a Cristo es escoger la actitud correcta y la respuesta correcta –no lo que sintamos en el momento– incluso, o especialmente, si hay inconvenientes.
Mi meta es cultivar en mi hijo la habilidad de escoger bien, incluso cuando le cueste hacerlo.
Ya puedo ver en mi hijo un temperamento fuerte que refleja una característica que tanto mi esposo como yo enfrentamos en nuestras propias vidas: ¡terquedad! Sería fácil enfocarme en quitar obstáculos de nuestra vida familiar para evitar confrontación en esta área: podría darle solo la comida que le gusta; lo podría dejar renunciar a actividades que no quiere hacer más; ¡o podría no presionarlo a hacer las cosas que no le gustan!
Sin embargo, mi mamá me enseñó que mi responsabilidad es cultivar características positivas de las áreas en las que él pueda tener luchas. En lugar de la terquedad, estoy buscando formar un espíritu determinado y diligente en mi hijo.
Incluso ahora estoy buscando crear oportunidades de ayudarlo:
– A desarrollar paciencia para que él se tenga que detener y pensar, en lugar de meterse de cabeza en algo. Incluso a su corta edad, puedo a enseñarle a trabajar en apilar objetos, enfocando en una actividad particular por un período de tiempo, y que persevere probando nuevos sabores. Cuando crezca, lo puedo motivar a que siga probando nuevas experiencias, y que no descarte una actividad sin intentarlo antes.
– A desarrollar amabilidad, aprendiendo cómo compartir con otros y no priorizar sus propias necesidades. Incluso a su edad, compartir los juguetes y la comida es el primer paso para pensar en otros. Aunque ahora no lo entienda completamente, es mi labor ayudarlo a convertirse en una persona amable y empática.
– A desarrollar flexibilidad, al cambiar nuestros planes y hábitos para servir al Señor. Como familia, buscamos apoyar a nuestra célula y nuestra familia en Cristo. A veces eso significa flexibilidad en nuestras rutinas familiares (en Inglaterra, ¡la mayoría de los niños está en la cama a las 7-8PM!); a menudo, esto significa invitar a personas a nuestra casa en momentos no tan convenientes.
“No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecta” (Filipenses 3:12), pero me he determinado en mi corazón delante del Señor a sembrar las mismas semillas en mi hijo que fueron sembradas en mi vida. Criarlo para que desarrolle un buen carácter, escoger el camino correcto y hacer los sacrificios que sean necesarios, especialmente cuando haya algún inconveniente.
Lilly Graham, PhD.
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