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FAMILIA

El fruto de la Disciplina (Parte 1)

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Nuestro deseo como mamás es fructificar y ser como ese árbol plantado junto a corrientes de agua, que da su fruto a su tiempo.

Hace más de 4 meses llegó un nuevo miembro a mi familia: una perrita llamada Nala, y en este proceso de recibir un cachorrito hemos aprendido mucho de la disciplina junto con mi esposo. La verdad nunca antes habíamos tenido un perro o una mascota, entonces vimos un curso y aprendíamos diferentes cosas que se necesitan para entrenar un perro, te voy a compartir algunas:

1. Necesitas aprender cómo piensan los perros.

2. ¡Tiempo! Si tú no inviertes tiempo a tu perro, se convertirá en una mascota descontrolada.

3. Consistencia: esos principios que les queremos enseñar, se tienen que practicar varias veces al día hasta que se conviertan en un hábito, es como el ejercicio: las reglas que estableciste ayer se deben aplicar hoy y todos los días.

4. ¡Paciencia! Los perros cometerán muchos errores y harán ciertos daños en casa.

Cuando yo analizaba todo esto y pensaba en el proceso de disciplina de mis hijos, encontraba que muchas cosas se parecen y son similares entre entrenar perros y educar hijos.

Charles Swindoll al respecto dijo algo muy interesante: “Me di cuenta de que el problema no es con el niño fuera de control, muchas veces es con los padres que nunca le ayudaron a sus hijos a estar bajo control“.

Así que hoy vamos a aprender un poco de esa disciplina, cuál es bíblicamente la función de esta o la razón por la cual disciplinamos. Estudiando sobre este tema me encontraba con un pasaje que nos muestra el corazón de nuestro Padre Celestial, el por qué de Su disciplina y un enfoque claro hacia lo que debemos apuntar:

Hebreos 12:5-11

¿Acaso olvidaron las palabras de aliento con que Dios les habló a ustedes como a hijos? Él dijo:

«Hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor
    y no te des por vencido cuando te corrige.
Pues el Señor disciplina a los que ama
    y castiga a todo el que recibe como hijo».

Al soportar esta disciplina divina, recuerden que Dios los trata como a sus propios hijos. ¿Acaso alguien oyó hablar de un hijo que nunca fue disciplinado por su padre? Si Dios no los disciplina a ustedes como lo hace con todos sus hijos, quiere decir que ustedes no son verdaderamente sus hijos, sino que son ilegítimos. Ya que respetábamos a nuestros padres terrenales que nos disciplinaban, ¿acaso no deberíamos someternos aún más a la disciplina del Padre de nuestro espíritu, y así vivir para siempre?

Pues nuestros padres terrenales nos disciplinaron durante algunos años e hicieron lo mejor que pudieron, pero la disciplina de Dios siempre es buena para nosotros, a fin de que participemos de su santidad. Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa! Pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella.

Este pasaje nos muestra lo que Dios tiene en mente al momento de corregirnos, y encuentro que la primera razón por la que Dios lo hace es para que participemos de su Santidad. A nadie le gusta pasar por los momentos de disciplina, esos momentos de dificultad, de ser probada, corregida… esos momentos no son agradables, pero después de esos tiempos uno sale diferente, y recibe una nueva perspectiva con una nueva madurez y creo que ese es el objetivo: parecernos más a él.

Lo segundo que veía de este pasaje es que este fruto de la disciplina es una cosecha de justicia y paz, lo encontramos en otra versión en el último verso y creo que Dios quiere levantar hijos que ejerzan Su justicia en esta tierra, que sean personas de carácter que no vendan sus principios por unas migajas, o por algún plato de lentejas. Que también experimenten la paz genuina que sólo Dios da.

Salmo 94 12-13

Bienaventurado el hombre a quien tú, corriges,

Y en tu ley lo instruyes,

Para hacerle descansar en los días de aflicción.

Aunque la disciplina es difícil, dura o dolorosa, va a producir Paz y descanso. En este pasaje también vemos que es un proceso en el que debemos ser entrenados, a través de practicar hábitos espirituales los cuales nos llevaran a ser más como nuestro Padre.

Estos versículos nos dan una perspectiva clara de lo que debemos tener en mente al disciplinar a nuestros hijos:

1. La disciplina equivale al amor que el Padre tiene por nosotros y es para nuestro provecho; nunca nace de un corazón egoísta, sino que siempre es por nuestro bien.

2. Nuestro Padre nos disciplina pensando en el futuro, no sólo en el presente.

3. Aunque duele es provechosa y produce justicia y paz.

 

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