FAMILIA
Lo que una mamá nunca puede perder
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Estaba leyendo una de las historias más conocidas de la Biblia. Se trata de Sara, la esposa de Abraham, que tenía una relación extraordinaria con su esposo. Era una mujer hermosa que empezó a ver muchos sueños cumplidos; pero que también, con el paso del tiempo, tuvo que enfrentar uno de los más grandes retos: su esterilidad. Las personas a su alrededor empezaron tener hijos, incluso su misma criada, Agar, quedó embarazada de manera inmediata… y Sara seguía avanzando en edad –las arrugas seguían apareciendo–… y uno de sus más grandes sueños, el de ser mamá, se fue apagando hasta que Sara decidió dejarlo escondido.
No sé cómo es tu historia. No sé si tú fuiste una de esas mamás a las que les costó quedar embarazada, y después de muchos años logró abrazar el gran milagro; o tal vez te pasó lo mismo que a mí: junto con mi esposo dijimos que íbamos a esperar por lo menos 3 años antes de tener hijos, y a los 4 meses de casada quedé embarazada.
El esposo de Sara, Abraham, fue visitado por un ángel, el cual le dijo: “Según el tiempo de la vida, Sara tendrá un hijo”. Esto ya era un hecho. La llegada de Isaac ya había sido decretada en el cielo (de hecho, el nombre Isaac significa “risa”). Sara, como buena esposa, estaba detrás de la puerta atentamente escuchando la conversación de Abraham (una característica que toda mujer tiene).
La reacción de Sara fue de sorpresa, una risa nerviosa y un poco de incredulidad. Hacía ya muchos años le había cesado la costumbre de las mujeres, y creo que verse embarazada le causaba risa.
Sin embargo, al preguntarse a sí misma, Sara dice algo que me llamó la atención:
“Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor, ya viejo?
Creo que, aunque Sara hizo la pregunta con algo de incertidumbre, podemos también aprender una lección que nos dará una perspectiva fresca como mamás en medio de todo el voltaje, la falta de sueño, de tiempo libre, o la fuerza física y emocional que requiere educar hijos. Lo que más debemos cuidar es no perder el deleite de ser mamás.
NO PIERDAS EL DELEITE
Algo que debemos determinarnos como mamás es a disfrutar los tiempos que tenemos con nuestros hijos. Disfrutemos cada vez que cambiamos un pañal, disfrutemos las “interrupciones”, disfrutemos las conversaciones profundas o repetitivas que tenemos con nuestros hijos. Proverbios 4:23 dice: “sobre toda cosa guardada guarda tu corazón porque de él mana la vida”.
Una de las maneras en que guardamos el corazón es decidiendo qué actitud vamos a tener frente a la crianza de los hijos. Si tú aceptas que ser mamá es uno de los mayores privilegios que Dios te ha dado, y te determinas a tener la mejor actitud, así será: el ser mamá será uno de tus mayores deleites.
Les cuento que ya llevo más de 2 años educando a mis hijos en casa, y algo que estoy enseñando actualmente a mis hijos es la importancia de tener una buena actitud en medio del proceso de aprendizaje. Muy a menudo, más allá de alcanzar el logro, es el proceso lo que nos está enseñando. En el proceso hacia la meta estamos aprendiendo la disciplina, la paciencia y la responsabilidad.
Es lo mismo en nuestras vidas. Muchas veces estamos tan enfocadas en la meta, el gran logro, que a menudo olvidamos disfrutar el proceso –es en el proceso que estamos creciendo como personas, estamos madurando, estamos aprendiendo la paciencia y el dominio propio–.
Una de las maneras en que Dios decide premiar a sus hijos es dándoles descendencia, entregándoles hijos –el Salmo 127 dice de manera literal que los hijos son la herencia que Dios nos da.
En su libro Sacred Parenting, Gary Thomas dice lo siguiente: “Si nuestra paternidad (crianza de los hijos) no está generando gozo, entonces está perdiendo su impulso espiritual.”
Luego, él sugiere algunas cosas prácticas que podemos hacer para cultivar el deleite o el gozo:
- Oraciones de agradecimiento
Cuando una madre se enfoca en las debilidades, puede desmotivarse o cargar el corazón. Sin embargo, cuando recordamos todas las cualidades de nuestros hijos y las diferentes maneras en que nos han enseñado, recordaremos el privilegio que Dios nos ha dado al entregarnos a estas personitas.
- Bajarle al ritmo lo suficiente para permitir que tus hijos te guíen a un lugar de gozo, motivación y mucha diversión.
Cuando cambiamos el lenguaje de ‘interrupciones’ a “oportunidades de aprender y compartir con nuestros hijos”, nos daremos cuenta de que Dios no solamente nos los ha entregado para formarlos, sino que ellos son un instrumento de Dios para formarnos a nosotros. Creo que solo hasta que fui mamá salieron a la luz muchas cosas que pensé que ya había conquistado (o madurado). Los hijos en verdad tienen la capacidad de mostrar de qué estamos hechas, cuál es nuestro carácter. ¡Y qué gran instrumento son de parte de Dios para que seamos mejores personas! Habrá momentos en que ellos nos invitarán a apreciar las cosas pequeñas, a reír en medio de la lluvia; son esos momentos los que no podemos perder por el afán de la vida. Algo que siempre me determiné como madre es en que estaría presente para mis hijos. Una de las maneras en que lo hago es que en el tiempo en que estamos en homeschool, por ejemplo, dejo a un lado el celular. Quiero estar presente, quiero ser la motivadora número uno de mis hijos, pero lo quiero hacer de una manera genuina.
- Deleitarse
Quiero terminar este artículo motivándote a que no dejes pasar una de las etapas más hermosas de la vida: la de educar hijos. Comparto algunas de las cosas que hacemos en casa:
- Leemos libros juntos: Mis hijos mayores están en una etapa de mayor concentración. Hace poco empezaron a leer la serie de Narnia con el papá y están emocionados.
- Salimos juntos a hacer algún deporte: Intentamos hacer algo juntos por lo menos una vez a la semana. Este mes empezamos equitación y ha traído algo fresco a nuestra experiencia como familia.
- Comemos juntos en la mesa.
- Oramos juntos: Siempre, al iniciar nuestra jornada de homeschool, como familia oramos y le pedimos a Dios que sea nuestro maestro.
- Tenemos tiempos libre (vemos películas, jugamos ajedrez, jugamos a la escondidas, danzamos). No debemos ser tan serios, parte de la bendición de tener hijos es deleitarnos en ellos, ser como niños.
Después, Gary Thomas plantea una situación en la que cada mamá debería reflexionar.
Si alguien fuera a entrevistar a tus hijos y les preguntara: ¿Será que tus padres encuentran un gran gozo en amarte?, ¿Qué responderían ellos?
¿Cómo te ven tus hijos? ¿Como una mamá alegre, que disfruta cada momento?, ¿o será que con el paso del tiempo y de las responsabilidades hemos olvidado el deleite de ser mamás?
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