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FE


¿Qué hacer después de la pérdida?

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Bienvenida a Hero Moms, nos da mucha alegría conectarnos con una comunidad de mamás que aman a Dios y que anhelan levantar hijos en el amor de Dios. Creo que el mejor fundamento es Cristo.

 

La Biblia nos enseña que cuando construimos nuestra casa sobre la roca, aunque vengan la lluvia, los vientos, las tormentas, nuestra casa no caerá si está sobre la roca. Y creo que de eso estamos hablando en este tiempo.

 

Dios me llevó a escribir un libro hace un tiempo, se llama Jesús el ancla de mi alma, y prácticamente es aprender a dejar que Cristo sea el fundamento de nuestras vidas.

 

Para el día de hoy tengo una invitada muy especial, es una amiga, una líder también, trabajamos juntas y la conozco hace varios años. Lala, bienvenida aquí a Hero Moms, qué alegría tenerte con nosotras. Yo sé que tú has vivido muchas cosas y bueno hoy se dará la oportunidad de compartir, pero cuéntanos un poquito de ti, quién eres, casada, soltera, hijos, bienvenida.

 

Lala:

Gracias por la invitación, qué honor es ser parte de esta linda comunidad que de verdad nos levanta y nos fortalece, y bueno como tú decías pues yo soy una mujer casada, este año cumplimos 11 años de casados con mi esposo y hemos vivido muchas etapas en las que podemos decir: Señor, te necesitamos, y sobre todo hablando en el tema de los hijos, porque con mi esposo vivimos varias experiencias con nuestros hijos, y de las más desafiantes que podemos ver es entender que hay una promesa de Dios nos quiere dar descendencia, pero el plan puede cambiar. No es tal cual como uno quisiera: me caso, tengo hijos, somos felices, ya estamos todos tranquilos, sino como el desafío de la fe de creer, tú tienes un plan conmigo, pero ¿cómo es tu plan? Y así se desarrolla uno de los milagros que Dios ha hecho y es con nuestro primer hijo.

 

Yo estoy en mi segundo año de casada y bueno, uno recién casado está con esa expectativa de queremos crear la familia, ya estamos en Dios, con la persona que Dios ha preparado para nosotros y viene el sueño del hijo. Pero nosotros vivimos una complicación muy fuerte y fue con nuestro primer hijo. Tuvimos un embarazo no muy fácil, pero nuestro primer hijo muere en mi etapa de gestación, yo tenía 30 semanas, 7 meses.

En una noche me llevan al hospital de urgencias, estábamos como en una cita, pero el doctor me dice, se tiene que entrar ya a urgencias porque está mal de la tensión, no sabemos cómo vaya a estar su bebé, siempre fueron muy enfáticos en esto, pues uno entra con toda la fe de decir, Señor, Tú tienes el control, y esa misma noche, por el afán de la urgencia, me dicen, tienes que entrar por cesárea, porque tenemos que desembarazarte ya. Pues no es la noticia que una mamá que espera a su hijo, desea recibir. Estábamos esperando otras 10 semanas, pero se adelanta todo.

 

Y entro a esa sala de parto, me acuerdo muy bien, y veo como el doctor, como en su tristeza, hace la cirugía, yo solo recuerdo que lloro mucho porque siento que algo pasa, pero no quieres saber qué pasa, y una pediatra coge a mi bebé, me sacan mi bebé, está perfecto pastora, ella sale corriendo, lo revisa, y vuelve llorando mucho, ella ni me conoce, no la conozco, ¿Sabes? Es una urgencia, pero ella atacada llorando y yo, como que presientes qué va a pasar y ella me dice: “perdónanos porque no pudimos salvar a tu bebé, tu bebé está sin vida.”

 

Como que sientes que se te fue el piso, como que yo digo Señor, ¿qué pasó? No era la oración contestada que estaba esperando, pero me acuerdo que en medio de que te sientes ahogada, solo yo podía decir, Señor, tú das, tú quitas, alabado sea tu nombre, no me voy a quejar, estoy en tus manos, mi esposo entra, y fue muy lindo porque él me dice lo mismo.

Me agarra la mano y me dice, mi amor: el Señor nos dio y el Señor nos ha quitado, pero vamos a alabar al Señor.

Entonces, así comienza mi vida de casada, no tan fácil y sobre todo también con el desafío de tener hijos después de esto.

 

Manuela:

 

Yo creo que el Señor, primero es la soberanía de Dios, ¿no? uno nunca puede olvidar que el Señor es el que tiene la última palabra en todo y a veces Dios dice sí, a veces Dios dice no, a veces no es la queremos escuchar y creo que muchas personas confunden, dicen, pero ¿por qué Dios me hizo esto? Cuando viven una pérdida, algo así. ¿Cómo te levantaste de ese golpe tan duro? Porque yo pienso que ver a tu bebé ahí, pasarse un proceso de cesárea, todo eso es demasiado duro, me pongo en tu lugar y digo wow, qué prueba. Y como el Señor te levanta, te guarda la fe también, porque tú le hubieras podido decir, Señor, toda la vida te he servido, me guardé ¿por qué eres así? Pero increíble la respuesta que tú tuviste con tu esposo, que fue alabar a Dios, sea el nombre de Dios glorificado. ¿Cómo te levantas luego emocionalmente? Yo creo que como mujer tal vez uno vive, y más tú que pasaste ese proceso de parto de pronto, más aún que tu esposo, en tus emociones, ¿cómo te levantas?

 

Lala:

Pues pastora, la verdad es que es conocer a Jesús en otra faceta de intimidad y de profundidad, porque yo sentía personalmente, yo conocía del Señor toda mi vida y nunca me había pasado esto que la fe de verdad se te mueve, se te mueve el piso, que tú dices ¿vale la pena servir al Señor?, toda una vida entregada y tú me haces esto, como que a veces vienen los pensamientos de: Fue culpa de Dios, él te hubiera podido ayudar, él es el dueño de la vida, pero no quiso, ¿sabes?, y yo luchaba con eso, yo decía Señor tú debes tener un plan, yo te ruego que tengas un plan para mí, porque no puede ser que todo esto se acabe en este momento tan triste, porque era como mi lucha.

 

Pero en ese momento como que dije, bueno, sentí la oración tan fuerte de Job, uno ha estudiado el libro de Job, uno dice ¡a este hombre le fue pero mal! O sea, le pasó de todo, pero es increíble porque él dice una frase que me encanta y dice:

De oídas te había oído, más ahora mis ojos te ven. Y yo sentí esa misma oración en ese momento, como cuando quise quejarme.

 

En ese momento sumida, pastora, en un hospital. Yo tuve que estar mucho más tiempo porque también dependía mi salud. Entonces era la frustración de ya no tengo hijo. Mi recuperación fue en la sala de maternidad. Yo escuchaba a los bebés que nacían a mi alrededor y era súper triste. Y yo aquí sin hijos. Pero como que se hizo tan rhema esa palabra y yo le decía al Señor, de pronto por muchos años te había oído, había oído de ti, pero más ahora mis ojos te ven. Ahora mi mirada solo puede estar en ti, porque nada más me puede sostener.

 

Y yo siento que eso fue como lo que me sostuvo en medio de esa prueba tan dura, porque no era fácil enfrentarlo y no tienes de dónde más agarrarte.

 

Manuela:

La Biblia habla de una ocasión en que los amigos de Daniel, que eran tres, fueron enviados al horno de fuego, pero ahí cuando empiezan a ver, ya no veían tres hombres sino que veían un cuarto hombre y era Cristo. Y yo pienso que Cristo se revela en una manera, como tú hablabas, en el fuego, en donde la cercanía, la fuerza de Él, ese cuarto hombre en ese fuego es Jesús y la prueba hace eso.

 

Ahora, me imagino que tu vida tiene un antes y un después, después de ese momento. Hoy, ¿qué ya han pasado cuántos años, Lala?

 

Lala:

Ya han pasado nueve años, Pastora.

 

Manuela:

Cuando tú miras ese momento hoy, ¿qué viene a tu mente? ¿Qué piensas?

 

Lala:

Yo digo, “no puedo creer que yo haya pasado eso”. Como que yo miro atrás y es pensar que a alguien más le pasó. Ahora que yo lo cuento, digo, ¡Dios mío! Pero ha sido tan bueno, yo no imaginé pasar esta prueba y soportarla, pero entiendo que fue Su manera de decirme aquí estoy.

 

Manuela;

¿Qué consejo le das a alguien que ha perdido un hijo?

 

Lala:

Bueno, no es una circunstancia fácil, pero hay un propósito muy grande. Cuando uno siente la pérdida de un hijo puede entender el valor del Señor cuando entregó a su hijo, que uno lo entrega todo, o sea, yo decía, ¡Ni me preguntaste si yo quería o no! Pero es como el Señor, en su redención, en su amor, Él entrega lo que más ama.

Y yo hoy les puedo decir, mujeres, es como la ofrenda que le podemos entregar al Señor, es el momento de decir, Señor me rindo, Tú eres el dueño de todo y hay esperanza, hay esperanza para ti mujer, si has tenido este momento tan difícil, porque el Señor tiene un plan para esto, pero además podemos entender la sensibilidad del Padre, cuando Él lo entrega todo y ahí vendrá fruto.

 

Hay una promesa muy linda del fruto que va a venir y que viene si lo has pasado, porque yo también lo pude experimentar.

 

 

Manuela:

Yo pienso que en esos momentos que uno vive como que viviste como este shock emocional, también físicamente viviste muchos cambios, ¿cuánto fue el ciclo como de sanidad? A nivel emocional que tú dijiste, uy bueno, otra vez como que ya, me estoy parando, estoy volviendo a la normalidad, porque tal vez hay mujeres que pasan una pérdida y pueden entrar como en un luto muy largo, o tal vez si su matrimonio se afecta, le pierden como, no sé, el sentido a la vida, ¿para ti cuánto fue ese ciclo que tú puedas decir y cómo fue ese proceso de sanidad también?

 

 

Lala:

Mira pastora, yo entendí que lo debía pasar rápido porque si yo me sumía en esa tristeza me iba a ganar, me iba a consumir por completo y siempre le iba a perder el gusto a todo lo demás que estuviera pasando, como mi matrimonio. Y yo lo tuve que vivir como en ese soltar, yo lo viví por un año, el soltar, sobre todo porque es como el recuerdo tan palpable de ahora no tengo un hijo, estaba embarazada, ya no tengo embarazo, tras el hecho de vivir la sanidad de una cesárea que es tan difícil, pero de pronto si tú tienes tu bebé, bueno, valió la pena, pero cuando no tienes nada en tu casa, dices: no valió la pena.

 

Pero eso me tomó ese año como al anclarme en Jesús, en decir ya, no puedo permitir más la tristeza, ni sentir que ya no hay nada más para mí, porque es  el pensamiento, ya nunca más voy a volver a tener hijos, ya se acabó el futuro, ahora con mi esposo cómo voy a hacer, ¿habrá algo más para mí? Pero pude entender, pastora, que tenía que levantarme rápido. Mi esposo me daba ese consejo, yo a veces no lo entendía y yo como que él no me entiende pero él era tan sabio, me decía mi amor levantémonos, pasemos rápido este Jordán, pasemos rápido este desierto, si lo pasamos rápido el Señor nos puede entregar algo más.

 

Y fue como esas emociones de sube y baja que tiene una mujer, como que en el año yo me acuerdo que dije: no más, me levanto y no más, no puedo permitir que esto defina mi futuro.

 

 

Manuela:

O sea tú pasaste ese momento como determinada, voy a levantarme sí o sí y creo que es importante entender y el salmista lo dice, que le habla a su alma y le dice “alma mía alabá a Jehova”, y es que tu voluntad está por encima de tus emociones y hay momentos tal vez aunque no sientes levantarte, no sientes tal vez arreglarte o salir adelante, pero ahí es donde uno tiene que hablarle al alma que es las emociones y decidir, decir bueno ya voy a levantarme de esa y voy a creer que Dios abrirá el camino.

 

Y bueno, entonces pasa un año y ahí como fue el Señor? ¿Les siguió entregando fruto? ¿Cómo fue?

 

Lala:

Bueno Pastora, ahí pasó el año y pude soltar esa ansiedad y esa tristeza, lo pude soltar de decir, tú tienes el control. Pero llegó otro desafío y es la espera. Entonces pasó un año, dos años, tres años, cuatro años, y Pastora, pasaron de eso 7 años y no venían hijos. Entonces yo era muy diligente en buscar muchos médicos, yo alcancé a visitar 8 médicos diferentes, especialistas, y todos me decían, mira, viendo todos estos exámenes, -siempre me pedían lo que había pasado-, entonces me tocaba el historial clínico de lo que yo había vivido, y me decían, mira, no te podemos ilusionar, es probable que tú no tengas hijos.

Esto que viviste fue tan fuerte que si tú, si llegaras a quedar en embarazo, -me acuerdo que siempre me decían-, si acaso llegas a quedar en embarazo, lo más probable es que o te vuelva a pasar lo mismo, que tu bebé muera o que tú mueras. Porque fue una condición muy fuerte para ti de la preeclampsia y se puede repetir.

Me decían, si te paso una vez la preeclampsia, cuando vuelvas a quedar embarazada, fijo te vuelve a dar. Entonces yo tenía todo el panorama oscuro, más negativo que pudiese haber, pero era creer en el Señor que había ese fruto,  siempre oramos le decía el Señor: tú me diste la promesa yo no sé qué vas a hacer tú, yo puedo esperar pero yo no sé tú cómo lo vas a hacer, yo me afirmo la promesa y tú me prometiste hijos.

Ahora pasan los años y no era fácil, me acuerdo que mis amigas quedaban en embarazo la una, la otra y yo como que era la que me quedaba sin hijos y trae como vergüenza ¿no? Como que, ¿a qué me presento al altar si no tengo hijos?

Como Ana que llegaba al altar y se sentía menos por las que tenía, así me sentía yo, pero le derramo el corazón al Señor en toda mi profundidad y le digo Señor, tú me hiciste la promesa y yo me quiero aferrar y siete años después es que puedo vivir la promesa.

Y bueno el Señor fue muy bueno como este tiempo de prueba, de espera, de confiar, de cuando uno tiene ganas hay que confiar, cuando a veces pierdas la fe hay que levantarse y seguir: Señor reclamo mi promesa y siete años después, recibo la noticia mi primer embarazo, de mi primera hija Ana Victoria y es mi victoria y yo decía Señor, ya no te pido nada más en la vida, ya estoy completa, como que yo sentía, ¡ya lo  logramos! y fue tan lindo porque cada embarazo tenía que estar obviamente muy cuidada, cerrar mis oídos a los médicos, cuidado con esto, cuidado con lo otro.

Yo me acuerdo que Pastora todas las noches me tenía que inyectar en mi barriga, todas las noches de los nueve meses para cuidar a mi bebé,  y el médico me decía para que no le vaya pasar nada a tu bebé, él decía: yo no entiendo cómo quedaste en embarazo pero ya saquémoslo adelante, y entonces era vivir la prueba todos los días, una inyección, una cosa y la otra. Mi hija nace perfecta, mi Ana Victoria, mi embarazo perfecto, ni rastro, ni sombra de la preeclampsia, que era lo que siempre me decían; y vas a volver a vivir y ten cuidado, pero fíjate que no pasó.

 

Pero además Pastora, Dios fue tan bueno, que al año y cuatro meses nace mi segunda hija.

 

Manuela:

O sea, te rindió, en la visión no hay tiempo para aburrirse.

 

Lala:

Nace mi hija que se llama Sofía Belén, yo como: Dios mío, gracias, no puedo creer tanta bondad, tuve que tener los mismos cuidados, las mismas inyecciones todas las noches, todos los cuidados. Y nace perfecta, mi embarazo perfecto, en todo y también luego el Señor, nos da la ñapa, porque Él le gusta siempre sorprendernos y literal fue una super sorpresa, que al año y medio de mi hija Sofía, nace mi tercer hijo Juan Diego.

 

Manuela:

Que tu ya estabas: Señor, no tanto fruto, no tan rápido.

 

 

Lala:

Gracias Señor, pero hasta ahí. Jaja.

Señor, gracias por contestar mis oraciones y podemos darle un stop, un break, un momentico.

Pastora, también mi hijo es un milagro, porque es mi hijo varón, entonces era la restitución de mi primer hijo Lucas. Luego llega mi hijo varón, como ese sello para nosotros, lo entendíamos como que el Señor quería restaurarlo todo.

 

Manuela:

Amén, que chévere.

Mira que la biblia habla de Job, cuando Dios le restaura todo y sus hijos, de todo lo que perdió le dio el doble, menos de los hijos y yo escuchaba a nuestro pastor César, que él decía: el Señor no le dio doble hijos, porque el fruto no se perdió de Job. Los hijos se le adelantaron pero ese fruto no se perdió, y creo que así es con tu hijito, ese fruto está en el cielo, no se ha perdido y qué lindo pues ahora vi que cumplio un añito, que está super perfecto.

 

Pero también fuiste probada hace como unos meses ¿no? poco tiempo que él naciera. Dios vuelve a probarte la fe en esa área, como que tu dijiste bueno nace perfecto y de un momento, para nada se enferma y bueno recuerdo que recibimos un mensaje en la intercesión y todos: ¿qué está pasando? ¿cómo fuese proceso también?

 

Lala:

Pues pastora, de venir a recibir esa bendición de los hijos que era la restauración de nuestro corazón, de nuestra vida, nos pasa también algo con nuestro hijo y es que al mes, él tenía 31 días de nacido y yo estaba en mi habitación en mi casa sola, mi esposo salió con mis dos hijitas a un cumpleaños, entonces pues yo cuidando la dieta, cuidándo no salir, hasta las vacunas ¿sabes? Que acá si cuida mucho las vacunas, no salimos pero yo sentía que mi bebé estaba muy tranquilo, los bebés son tranquilos pero estaba más tranquilo de lo normal y en un momento yo me acuerdo que él estaba lactando y lo pongo en su cuna, me voy a hacer algo ahí en la habitación, cuando siento que tosió raro, cuando lo voy ver inmediato, mi hijo estaba morado, de pies a cabeza, él así de grandecito, morado.

Entonces yo lo levanto y cuando lo levanto pastora, se desgonza como si yo tuviera un muñeco, que se cae, su cabecita se quedó colgando,  sus pies sin vida y yo en un grito de desespero lo sacudo.

“Señor ten misericordia, ten misericordia, o sea, yo no voy a volver a pasar por esto, yo te ruego no volver a pasar por esto”. Y mi hijo vuelve a medio otra vez a respirar, pero su respiración se iba, entonces respiraba y se iba mucho tiempo.

 

De inmediato yo llamo a mi esposo, le digo aquí algo esta mal, algo le esta pasando al bebé, el estaba fuera de ciudad, cerca a Bogotá pero el trayecto era largo y me dice: llama ya a los pastores y coge un taxi y vete ya de urgencias, y me acuerdo que yo llamo a mis pastores y ellos me dicen: ya vamos a mandar por ti, llévalo ya, esto es de urgencias llévatelo al hospital y unos amigos me recogen y llegamos al hospital.

 

Y da la casualidad pastora, que llegamos al mismo hospital donde yo vivo todo lo que viví con mi primer hijo. Mis otras dos hijitas y aún Juan Diego no nacen en este hospital sino en otro, pero esta urgencia justo fue en el mismo lugar.

 

Para mi era, Espíritu Santo yo vengo a reclamar vida, o sea yo no voy a permitir la muerte, yo no vuelvo a salir de este hospital con las manos vacías, era mi pensamiento,  y yo entro al hospital y me acuerdo que la enfermera me coge de urgencias y me dice está en alerta roja está muriendo y para mí fueron como esas palabras de mi primer hijo, y yo declaré: “Señor cancelo todo espíritu de muerte”.

 

Ella oprime un botón rojo y llegan 15 enfermeras a rodearlo, le empiezan a poner como todos los medicamentos, le hacen exámenes pero él de 31 días de nacido, era un bebecito. Y a los minutos me dicen lo tenemos que entrar ya a cuidados intensivos.

 

Entonces pastora, fue el desafío de fe, de Señor ¿qué quieres de mi? Yo le decía: me rindo otra vez, ¿qué quieres de mi? Todo te lo doy, pero yo le decía pero por favor esto no, fue tu regalo o sea fue algo que tú me diste, no te lo lleves, a él no por favor, era como el pensamiento de: otra vez, te va a pasar con los varones, no vas a poder tener un hijo varón, porque a mis hijas nunca les pasó nada y con él vivimos ese desafío, y era un desafío día tras día, nosotros duramos alrededor de 24 días en cuidados intensivos.

 

Y cada día batallando Pastora, con un decreto negativo nuevo cada día. Me acuerdo una noche en la que por siete veces tuvieron que hacerle reanimación, su corazoncito… Ya en la última la doctora me decia: Mira, yo te sugiero que lo entubemos, y yo: ¿Qué? Pero tenia 37 días de nacido, pero como lo van a…  ¡es un bebé! Y sabes, uno quedo con esa marca de, si lo entuban ya no vuelve a la vida.

 

Yo decia: te ruego Señor, yo me acuero que yo desesperada me boté al piso y decia: Señor, ten misericordia. En la entrada de cuidados intensivos: ten misericordia de mi bebé, y ella me decía: si no hacemos esto, en una vez que nos toque reanimarle de pronto su corazoncito no responda, por ser tan chiquito, y yo le decía al Señor: estoy en tus manos, ten misericordia de mi bebé, efectivamente lo tienen que intubar

 

Manuela:

             Oh wow, lo intubaron.

 

Lala:

Porque era como la decisión de ya, ella me decía: ya, eran las dos de la mañana, es ya, yo tengo que hacer esto ya, yo no voy a permitir que le pase algo, yo necesito que hagan esto. Yo me acuerdo que esa noche también, yo le digo a mi esposo: acompáñame, solo podíamos ir de a uno, estar con él y lo dejan entrar a él. Y mi esposo siempre como que él tiene una forma que lo ve tan que tan de fe, que yo digo: Este es de otro planeta, ¿por qué ve todo tan fácil? Y él me decía: Descansemos en Dios, ya, descansemos en Él, acá está,  Dios tiene el control.

 

Y a él lo intuban, y cada día era una lucha, hoy una complicación, una infección en los pulmones, tiene una infección en la orina, hoy amaneció no sé qué y cada día era cancelando y cancelando, pastora.

 

Algo que yo viví tan lindo fue la cobertura de la iglesia, que me cubrió desde el día cero que yo entre al hospital, desde el día cero que recibí la llamada de nuestro pastor Cesar, yo decía, no puedo creer que con todo lo que tenga me llame a mí, o sea, ¿quién soy? Y él me llama y hace un decreto y dice: y vas a visualizarlo con vida y fue muy lindo porque él me dice algo con lo que yo estaba batallando, pero no se lo decía nadie y él decía: tranquila no vas a volver a vivirlo, eso para mí fue ya la palabra dicha, ya, así fue, pero claro me enfrentaba a lo que venía más adelante, cuando él me dice eso “tú no vas a volver a vivirlo, hay vida en este momento, hay vida para tu hijo, y lo vas a visualizar y lo vas a visualizar en sus cumpleaños,” me decía, “cumpliendo años y jugando fútbol y creciendo”.

 

Y era como un amén y yo decía, era lo que yo necesitaba escuchar y aunque batallaba cada día, yo sentía ese poder de cientos de mujeres orando alrededor, porque estábamos en intercesión, la pastora también Emma Claudia nos llamaba, nos escribía, estaba pendiente, las pastoras, el cuerpo pastoral, y yo sentía Señor, acá nos protege una nube de mujeres, de ángeles que nos están rodeando.

 

Y así fue, estos 24 días de UCI, de cuidados intensivos y nos pasan habitación, y hay algo muy lindo Pastora, y es que yo cada día como que ya entraba más… cada día al hospital yo: No, bueno, hoy vamos con toda a la guerra que hay que ir, lo vamos a asumir con la fe, el Señor ya tiene el control, ya esta la palabra dicha, no voy  a sufrir aunque ¿sabes? A uno en la mente le queda, no voy a sufrir, no me voy a ir mal, Señor tienes el control y así lo vivimos.

 

A mi hijito, en uno de esos días tan difíciles, pastora, le hacen transfusión de sangre, entonces sale la medica y me dice: ¿sabes qué? Tu bebé ya esta sin sangre, de tantos exámenes que le hemos hecho, de todo, de un lado, del otro, porque querían descartar lo que fuera y cuando me dicen eso yo me paré, me acuerdo en el tubo del de la sangre que le estaban poniendo, Pastora y era visualizar, esta es la sangre de Jesús, yo declaro que a mi hijo le está entrando la sangre de Jesús y lo protege. Y literal como que, es cambiado el ADN mi hijo, el ADN ahora es de Cristo, literal, esto es literal Señor, y esta sangre que le está entrando a su cuerpo es Tu sangre y nunca más, ¡nunca más! Va a vivir esto que ha vivido.

 

Y me acuerdo que las enfermeras me decían: ¿por qué no descansa? Porque yo con mis canciones y orando y “pero ¿por qué no descansa un poquito? tranquila” y yo decía: No, voy a dejar…

 

Manuela:

No, estás librando batalla por tu hijo.

 

Lala:

Era literal una batalla, y así pastora, lo vimos, cuando salimos en un día de victoria que nos dicen: Tu hijo ya no tiene nada… no sabemos qué le pasó a tu hijo, no le encontramos nunca nada, y está sano, llevatelo ya, cuidalo en tu casa, estuvo unos días con oxígeno, pastora, pero fue menos tiempo de lo que esperábamos.

 

Y ahora yo lo llevo, que cumplió su primer año, siempre que lo llevó el pediatra o algún examen, me toca llevar el historial clínico, y ellos leen y lo leen otra vez, “¿pero él vivió esto?” y yo: si, él, “pero él está perfecto” y yo. Sí, él está perfecto, “pero ¿cómo él vivió..?” Yo les decía: Fue Dios, es el Señor, Su sanidad, pastora, y es como el sello en medio de esta circunstancia, el sello de la sangre de Jesús fluye en el cuerpo de mi hijo, y nunca más le volvió a dar nada.

 

Manuela:

Tremendo, no pues primero, te felicito, tremenda guerrera de fe, tremenda guerrera como mamá, libraste muchas batallas en el lugar secreto, pero ver también la fidelidad de Dios.

 

Hay una promesa en lamentaciones 3:21 que habla: que por las misericordias de Dios no hemos decaído, que sus misericordia son nuevas cada mañana,  y yo pienso que a la final es la soberanía de Dios y Dios pues extendió esa misericordia sobre ti, sobre Diego, sobre tus hijos y que lindo es ver estos testimonios, que nutren nuestra fe.

También nos enseña que hay momentos en que no podemos bajar la guardia, nos toca mantenernos firmes porque el enemigo tiene un plan, pero Dios tenía otro plan.

 

Y lo que tú decias, una prueba no se vive doble vez y solamente hay un día malo, entonces eso también como que Dios va a afianzar el corazón.

 

Me gustaría terminar de este tiempo que tú ores, por tal vez, mujeres que está librando en este momento esas batallas, por su descendencia, que tú desates una palabra y podamos ver también esa fidelidad a Dios en la vida de ellas.

 

Lala:

Gracias pastora, amén vamos a orar: Señor, hoy te damos gracias por este tiempo, gracias por cada mujer que está en este momento escuchando, Señor porque tú tienes un plan, tú nos has hecho Señor para dar fruto, Señor y daremos ese fruto Señor y hoy reclamamos el fruto que tú has prometido a cada mujer que está viviendo en este momento una lucha, en su duda, una lucha en su descendencia, Señor, se ha estado esperando tiempo, mucho tiempo, Señor ahora es el momento, es el momento de tu misericordia, es el momento de tu gracia Señor, para poder abrazar a este milagro.

 

Señor que cada mujer en este momento pueda declarar y sentir Señor, que sólo podemos poner nuestros ojos en ti, sólo en ti Señor podemos estar tranquilos, sólo en ti podemos pasar el momento de la prueba, el momento de la espera, el momento Señor de entender los tiempos cuando no los entendemos, y yo declaro Señor  y oramos en este momento, confesando y creyendo que viene vida, que viene respuestas y que podemos ver, abrazar ese fruto, ese fruto que tú nos has prometido y ese fruto Señor que te llevaremos al altar y que te consagraremos como son nuestros hijos, gracias por tu bondad Dios, gracias por tu misericordia y porque siempre podremos contar las maravillas que harás en nuestras vidas, en el nombre de Jesús. amén y amén.

 

Manuela:

Amén, hoy creemos estas promesas y bueno a todas las que están conectadas muchas gracias, a Lala también gracias, por sacar el tiempo, por este testimonio tan increíble y bueno, que vemos la fidelidad a Dios, Dios es fiel, hasta la próxima.

 

Nota: Este blog hace parte del libro de Manuela Harding “En búsqueda de lo que Dios busca”. Puedes conocerlo tocando aquí.

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