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FAMILIA

Cómo ver el fruto correcto en la vida de tus hijos

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 Hace un tiempo, cuando nuestra hija era pequeña, ella sembró unas semillas de girasol en unos recipientes. Estaba muy emocionada y esperaba que crecieran, pero no sabía que las semillas necesitan un par de semanas para que germinen y aparezcan sobre el suelo. Se frustró mucho y un día decidió cavar y mirar qué estaba pasando con las semillas. Para su sorpresa, ¡las plantas se habían confundido! Tenían unos pequeños brotes, pero hacia abajo. Ella, con mucho cuidado, las plantó del modo “correcto” hacia arriba, sin darse cuenta que una planta las raíces son las primeras en crecer. 

 

Así que, sin saberlo, ¡dejó las semillas al revés y tuvo que esperar mucho más para ver sus girasoles!

 

Cuando criamos a nuestros hijos, a veces nos sentimos impacientes, pareciera como si tuviéramos que repetir muchas cosas una y otra vez, ¡y esperar mucho tiempo para que el fruto aparezca en sus vidas! No te preocupes; si tú siembras las semillas correctas y das las condiciones para que esas semillas crezcan, verás el fruto.

 

¿Cómo sabemos qué “sembrar” en las vidas de nuestros hijos? Tal vez deberíamos empezar en el otro extremo: ¿qué tipo de fruto quiero ver?

 

Si nunca has pensado en esto, te motivo a que escribas una lista de las cosas que quieres ver en el carácter de cada uno de tus hijos cuando tengan 16 años. Si no sabes dónde empezar, el fruto del Espíritu que describe Pablo en Gálatas 5:22 es un buen lugar. 

 

Acá leemos sobre 9 preciosas cualidades que el Espíritu Santo quiere producir en nuestras vidas: amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza.

 

Al pasar los años, ¡he notado que los papás son bastante buenos identificando la maleza en la vida de un niño! Se esfuerzan mucho en quitar esa maleza, corrigiendo y disciplinando a los niños cuando cometen errores. Sin embargo, si solamente nos dedicamos a esto, podemos perder lo más importante: sus corazones y nuestra conexión con ellos.

 

El apóstol Pablo dice a los padres en Efesios 6:4: “No provoquéis a ira a vuestros hijos, sino criadlos en disciplina y amonestación del Señor”. Nuestro “entrenamiento y disciplina” necesita venir del Señor y debemos mostrar a los niños la misma paciencia, amor y compasión que Jesús nos muestra.

 

De hecho, ese no debería ser nuestro único enfoque, tenemos que hacer un esfuerzo incluso más grande, e invertir más de nuestro tiempo, sembrando las semillas correctas en nuestros hijos. Así que, ¿cómo lo hacemos? Bueno, necesitamos pensar constantemente en el fruto que queremos ver y luego pensar en maneras de cómo desarrollarlo.

Por ejemplo, supongamos que quieres que tu hijo desarrolle la fidelidad. Tal vez dejan rápidamente las cosas al poco tiempo de haberlas empezado y no las terminan. En lugar de regañarlos, ¿cómo puedes motivarlos a que continúen y perseveren?

 

Acá hay algunas ideas, pero con toda certeza tú también puedes pensar en algunas:

 

Si tu hijo quiere hacer alguna actividad extra escolar, como tocar un instrumento musical, practicar un deporte o unirse a un club, por ejemplo, asegúrate de que entienda que necesitan comprometerse. Solíamos explicar a nuestros hijos que tenían que completar un año completo de su actividad; no les dejábamos renunciar a mitad de camino, ¡así ellos quisieran!

 

Da a tus hijos algunas tareas de la casa apropiadas para su edad. Tal vez le pagas a alguien para que te ayude y en realidad no necesitas que tus hijos participen, o tal vez piensas que tú puedes hacerlo más rápido sola, pero las investigaciones muestran que hacer las tareas de manera regular está directamente relacionado con el éxito académico y en las relaciones en el futuro. Si no quieren hacer su parte, no pelees con ellos; simplemente dales un plazo límite y quítales algún privilegio hasta que lo hagan.

 

Si tu hijo tiene una mascota, deben aprender a cuidarla fielmente, no solo cuando la mascota es nueva y emocionante. Tal vez tú debas estar con ellos y ayudarlos a limpiar la casa del conejo o a sacar el perro a caminar, pero no lo hagas por ellos. No les compres una mascota hasta que sean lo suficientemente grandes para ser responsables (con algo de tu ayuda).

 

Asegúrate de enseñarle a tu hijo a ser fiel agradeciendo a alguien cuando haya sido generoso de algún modo; siempre ayudamos a nuestros hijos a sentarse después de navidad y escribir pequeñas cartas de agradecimiento por los regalos que recibieron, incluso si ya habían podido agradecer en persona. Un mensaje de texto o email es igual de bueno, pero si no le enseñas a tu hijo a ser agradecido y a tomarse el tiempo para decir “gracias” a una persona, probablemente no aprenderán a decir “gracias” al Señor.

 

No dejes que renuncien a una amistad si surge una dificultad entre ellos. Ayúdalos a solucionar el problema y a arreglar la relación.

Asegúrate de darles algo de dinero cada semana. Nosotros comenzamos a hacerlo cuando nuestros hijos entraron al colegio. Les dábamos cierta cantidad de dinero sin importar cuál hubiera sido su comportamiento, solo para demostrarles nuestro amor incondicional, pero la segunda mitad del dinero dependía de que hicieran algunas cosas como tender su cama cada día. Si no lo hacían, no los regañábamos, simplemente no les dábamos ese dinero. También nos aseguramos de enseñarles a guardar el diezmo cada semana para que conocieran el gozo de dar su propio dinero como ofrenda a la iglesia.

No los protejas siempre de las dificultades o desafíos. Si quieres que crezcan con confianza y resiliencia, necesitan aprender a perseverar frente a las dificultades y a encontrar soluciones por ellos mismos.

Por supuesto, la mejor manera de sembrar las semillas correctas a tus hijos es ser un gran ejemplo para ellos de las cualidades que quieres formar. Si estás trabajando en la fidelidad, asegúrate de ser fiel con las cosas que dices y haces, ¡y a demostrar la fidelidad en todas las cosas!

Finalmente, recuerda que si motivamos en cierta área, ¡recibiremos más de ella! A todos nos emociona un cumplido, y eso es especialmente cierto con los niños. Así que cuando veas que hacen algo bueno, ¡asegúrate de decirlo! Las semillas crecen mejor con agua y sol. Busca constantemente razones para decirles un cumplido y para agradecerles, varias veces al día. Sé muy específica, no te limites a decir: “Eres un gran hijo”, dile por qué lo estás diciendo, por ejemplo: “Lo hiciste muy bien, ¡tendiste tu cama esta mañana sin que yo tuviera que recordártelo!” De esta manera, los niños entienden por qué los estás felicitando y pueden repetir el comportamiento.

No intentes hacerlo todo al mismo tiempo: pide al Espíritu Santo que te ayude a enfocarte en sembrar diferentes semillas que producirán fruto en tus hijos. Él te mostrará en qué áreas debes enfocarte en un momento determinado y te puede dar ideas creativas para la cualidad del carácter que quieres fortalecer.

 

Que ayudemos a nuestros niños a crecer de tal manera que: “anden como es digno del Señor a fin de agradarle en todo; de manera que produzcan fruto en toda buena obra y que crezcan en el conocimiento de Dios” (Colosenses 1:10)

Ps. Sally Harding

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